viernes, 22 de octubre de 2021

Remitido. El Iris de La Paz No. 77

Carta enviada por Pedro Ximénez Abrill Tirado al periódico El Iris de La Paz, expresando su agradecimiento al pueblo paceño por el buen recibimiento que tuvo en su camino para llegar a la ciudad de Sucre.

 

Remitido

 

Chuquisaca Marzo 27, de 1833.

Señor Editor del Iris.

 

He visto en el número 74, de su apreciable periódico un artículo, música, su lectura me ha hecho sentir, por la primera vez, emociones tan suaves y agradables al mismo tiempo que una gratitud, y reconocimiento hacia ustedes, y a ese ilustrado pueblo paceño, a ese pueblo tan heroico y distinguido, que jamás, jamás se borrará de mi corazón. Si, señor Editor, creo un sagrado deber manifestar mi indecible reconocimiento por el exaltado, más bien que justo elogio, con que sin merito verdadero he merecido de ese, vuelvo a decir, heroico y envidiable pueblo paceño, a quien antes de ahora ya profesaba una fuerte e irresistible inclinación por mil y mil títulos, a que justamente es acreedor todo pueblo que se halle al nivel, o por mejor decir, con los atractivos del de la Paz.

 

Yo, pues, protesto a ese afortunado país hacerle ver en primera oportunidad mas de cerca mi gratitud sin límites: he dicho más cerca, porque estando en Bolivia, creo que de cualquier punto podré también consagrarme al adelantamiento de sus ilustres hijos. Con este motivo séame permitido manifestar igualmente mi eterna gratitud a Bolivia. Desde que pisé el Desaguadero, todo fue para conmigo un agasajo, y parece que a porfía se disputaban la preferencia en considerarme y obsequiarme. La Paz, Oruro, Potosí, y aun los cantones, que a mi transito recorrí, me colmaron de favores, y me hicieron ver cuan amantes son por el lustre de su patria los hijos de gran Bolívar. Concluiré, pues, señor Editor, asegurando que si en todos los lugares mencionados he merecido tantas distinciones, en la capital de Bolivia, en Chuquisaca, en este pueblo patriota no lo han sido menos: todos, todos se han distinguido para conmigo en este respecto. Esta es una satisfacción para mí, que solo yo que la siente, se hasta donde alcanzan sus encantos. Más solo me entristece una idea – no poder corresponder, cuando no con ventajas, al menos con igualdad a tantas bondades. Pero mucho mas me entristece la idea de no poder tampoco corresponder a las distinciones, consideraciones, y particular esmero, con que la bondad de su excelencia el Presidente de Bolivia se digna honrarme. Este ilustre americano, este iris, este salvador de Bolivia, este hijo primogénito del Libertador, este boliviano sin igual, tan digno de admiración del mundo y de la eterna gratitud de los bolivianos, es el que me arrancó de mi país natal, y por él vivo en Bolivia, y gozo de tantos beneficios. ¡Ojalá que mis trabajos y contracción correspondan a los objetos que él se propuso con mi venida! ¡Ojalá que la providencia dilate por mucho tiempo los años de la existencia de este héroe, vida de Bolivia, el Gran Santa Cruz!

 

Ruego, pues, a usted señor Editor, se digne dar un lugar en su apreciable periódico a estos mal expresados, pero sinceros rasgos de mi gratitud, y admitir las consideraciones, y particular aprecio con que me suscribo de usted suyo – decidido – obsecuente, y reconocido su servidor quien besa su mano.

 

 

Pedro Jimenez Abrill y Tirado

 

 

El Iris de La Paz. No. 77 (Tomo Segundo). Domingo 7 de abril de 1833.

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