Carta enviada por Pedro Ximénez Abrill Tirado al periódico El Iris de La Paz, expresando su agradecimiento al pueblo paceño por el buen recibimiento que tuvo en su camino para llegar a la ciudad de Sucre.
Remitido
Chuquisaca Marzo 27, de 1833.
Señor Editor del Iris.
He visto en el número 74, de su apreciable
periódico un artículo, música, su lectura me ha hecho sentir, por la primera
vez, emociones tan suaves y agradables al mismo tiempo que una gratitud, y
reconocimiento hacia ustedes, y a ese ilustrado pueblo paceño, a ese pueblo tan
heroico y distinguido, que jamás, jamás se borrará de mi corazón. Si, señor
Editor, creo un sagrado deber manifestar mi indecible reconocimiento por el
exaltado, más bien que justo elogio, con que sin merito verdadero he merecido
de ese, vuelvo a decir, heroico y envidiable pueblo paceño, a quien antes de
ahora ya profesaba una fuerte e irresistible inclinación por mil y mil títulos,
a que justamente es acreedor todo pueblo que se halle al nivel, o por mejor
decir, con los atractivos del de la Paz.
Yo, pues, protesto a ese afortunado país
hacerle ver en primera oportunidad mas de cerca mi gratitud sin límites: he
dicho más cerca, porque estando en Bolivia, creo que de cualquier punto podré
también consagrarme al adelantamiento de sus ilustres hijos. Con este motivo
séame permitido manifestar igualmente mi eterna gratitud a Bolivia. Desde que
pisé el Desaguadero, todo fue para conmigo un agasajo, y parece que a porfía se
disputaban la preferencia en considerarme y obsequiarme. La Paz, Oruro, Potosí,
y aun los cantones, que a mi transito recorrí, me colmaron de favores, y me
hicieron ver cuan amantes son por el lustre de su patria los hijos de gran
Bolívar. Concluiré, pues, señor Editor, asegurando que si en todos los lugares mencionados
he merecido tantas distinciones, en la capital de Bolivia, en Chuquisaca, en
este pueblo patriota no lo han sido menos: todos, todos se han distinguido para
conmigo en este respecto. Esta es una satisfacción para mí, que solo yo que la
siente, se hasta donde alcanzan sus encantos. Más solo me entristece una idea –
no poder corresponder, cuando no con ventajas, al menos con igualdad a tantas
bondades. Pero mucho mas me entristece la idea de no poder tampoco corresponder
a las distinciones, consideraciones, y particular esmero, con que la bondad de su
excelencia el Presidente de Bolivia se digna honrarme. Este ilustre americano,
este iris, este salvador de Bolivia, este hijo primogénito del Libertador, este
boliviano sin igual, tan digno de admiración del mundo y de la eterna gratitud
de los bolivianos, es el que me arrancó de mi país natal, y por él vivo en
Bolivia, y gozo de tantos beneficios. ¡Ojalá que mis trabajos y contracción
correspondan a los objetos que él se propuso con mi venida! ¡Ojalá que la
providencia dilate por mucho tiempo los años de la existencia de este héroe,
vida de Bolivia, el Gran Santa Cruz!
Ruego, pues, a usted señor Editor, se
digne dar un lugar en su apreciable periódico a estos mal expresados, pero
sinceros rasgos de mi gratitud, y admitir las consideraciones, y particular
aprecio con que me suscribo de usted suyo – decidido – obsecuente, y reconocido
su servidor quien besa su mano.
Pedro Jimenez Abrill y Tirado
El Iris de La Paz. No. 77 (Tomo Segundo).
Domingo 7 de abril de 1833.
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